¡¡Wakan Tanka tunga shila how!!

Gran Misterio

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Aullando a la Luna


La noche me sabía a mermelada. La Luna nos mecía suavemente, de izquierda a derecha y yo volaba.
La marihuana se consumía y nuestras conversaciones seguían atadas a la idea de un buen obrado.
Y es que las dos habíamos cortado con un par de entes idealizados y bien maquillados de sonrisas, que resultaron ser risas histéricas y de mentiras, que nada tenían de piadosas.
Las dos nos abrazamos y aullamos a la Luna, ella me daba unas caladas de lo que prendía su boca, yo una chusta evadista.
Nuestras miradas se cruzaron y me di cuenta. Esa mirada, la había visto antes. Es la mirada de quien se agarra a la vida y a los pequeños placeres, platos de gusto para corazones suicidas.
Mi mano la agarró con fuerza. Nunca la escucho demasiado, pero a veces las palabras sobran. Pero a veces no hay ni un jodido diccionario que explique que se siente.
Ella ama y a corazones maltrechos medicinas de abrazos. A adictos a los besos, sonrisas melladas. A colonias masculinas, olor de cachimba. Y a exnovios, amigas.
Te quiero, Loba

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